Tenía miedo, habían muchas voces hablando, las ráfagas de intimidación nublaban el lugar, no me dejaban ver….pero de pronto en medio de una búsqueda desesperada por recibir ayuda, El apareció…como un León feroz rugió y la intimidación cesó, huyeron de espanto y solo quedamos los dos.
Me dijo: ¿Dónde estaban los que atormentaban? Le respondí: Ya no están Señor, huyeron! ¡Viniste por mi! ¡Si, viniste por mi!
Mi corazón saltaba de gozo y mi ser era inundado de ese amor valiente y decidido qué emanaba de Él, ese amor que es feroz por aquellos que se aman, que ni aún la muerte los puede detener.
¡Me Ama, Nos ama, nos cuida, nos rodea, nos defiende! Oh! Amor perfecto, cuán grande eres, cuán inmenso e insondable eres Tú, ¡Cuánto necesitamos experimentar ese amor! que se dio por nosotros en esa cruz, ese amor que todo lo puede, todo lo sufre y todo lo soporta, ese amor que te hace pleno, ese amor que echa fuera todo el temor!
Me dijo: ¿Dónde estaban los que atormentaban? Le respondí: Ya no están Señor, huyeron! ¡Viniste por mi! ¡Si, viniste por mi!